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Dolores en la espaldao emociones
Ana Laura Lage Garrido

Última modificación: 2023-03-23

Resumen


Quizás ha pasado o esté pasando por una situación que le estresa, le angustia o le preocupa, y sospecha que esto empieza a afectarle la salud. Quizás, simplemente, hace demasiado tiempo que le duele la espalda y nadie acaba de darle una explicación adecuada ni encuentra el tratamiento que realmente acabe con su problemaPara el inicio de este trabajo he escogido una frase del canadiense sir William Osler, considerado el padre de la medicina moderna. En el alba del siglo XX, al escribir «Los órganos lloran las lágrimas que los ojos se niegan a derramar», iniciaba sin saberlo el reconocimiento de la relación entre mente y cuerpo por parte de la medicina occidental, algo que, un siglo más tarde, sólo empieza a valorarse seriamente. Las emociones no sólo nos hacen sentir alegres, iracundos o tristes, sino que también afectan el funcionamiento de algunos de nuestros órganos. Es lo que denominamos «dolor emocional»: aparte de los síntomas evidentes de miedo, ira, tristeza, rabia, enfado o frustración, estas emociones, sobre todo cuando no se expresan o se expresan inadecuadamente, desencadenan efectos sobre algunos órganos o aparatos del cuerpo que se traducen en dolor, contracturas, alteraciones digestivas, una bajada de defensas, cefalea o, simplemente, un dolor de espalda invalidante. Hay personas que es posible hayan relacionado su malestar con alguna de estas emociones, pero quizás no acabe de comprender los motivos de dicha conexión; incluso es posible que hayan descartado la idea por parecerle absurda o inconexa. Sin embargo, esto que han vivido y han experimentado en sí mismo o en algún familiar o amigo tiene una explicación anatómica que pone en evidencia por qué existe una interrelación directa entre nuestra espalda y nuestras emociones.Nuestra fisiología y la fisiología de nuestros órganos quedan dañadas en el transcurso de las perturbaciones de nuestras relaciones emocionales. El dolor afectivo y emocional puede ser peor que el peor de los cólicos renales o el peor de los lumbagos. La calidad de nuestras relaciones afectivas con padres, hermanos o amigos puede condicionar nuestra salud o enfermedad; sentirse arropado, amado, entendido y consolado puede ser la mejor de las medicinas curativas para el organismo.

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